
Fue un gran triunfo, pero amargo. Faltó la guinda que adornara el postre. Fué un resultado contundente para la Concertación, donde aumenta su mayoría en la cámara de diputados, y por primera vez tendrá mayoría en el senado. Con votaciones del 51,8% y 55,7% respectivamente el electorado prefirió y votó por los candidatos oficialistas, entregando una clara y potente señal al Gobierno y a la Concertación que es éste el país que queremos. Pero no había motivos para celebrar por lo menos para mí, porque el principal objetivo no se había cumplido, y pese a que se sabía que la votación de Michelle Bachelet bordearía el 45% había un deseo, no oculto, de lograr la victoria en 1ª vuelta. Es por eso que esta gran victoria tuvo un sabor amargo, muy parecida a lo que aconteció en la Municipales del año pasado, donde la Concertación obtuvo una abrumadora mayoría de alcaldes, pero no se ganó la más emblemática de todas las alcaldías, la de Santiago, y permitió arruinar la fiesta que habría sido total para la alianza de gobierno. Ahora el sentimiento es el mismo, conseguir mayoría en ámbas cámaras es un triunfazo, pero no se ganó la presidencial. Y más preocupante porque la candidata oficialista no alcanza a recoger la votación total del bloque oficialista que es del 51,8%, que le habría bastado para ganar. Esto demuestra que el electorado que votó y prefirió a la Concertación no le entregó el mismo respaldo a Bachelet y la explicación puede tener varios motivos, pero las principales son que la candidata no logra convencer del todo, mal diseño de la campaña, el distanciamiento erróneo del gobierno de Lagos, mala conformación de su comando, exclusión de la desidencia DC y ese triunfalismo fatal que reinó hace tres meses atrás cuando todos daban como seguro su triunfo. Pero así como en 1999 cuando Ricardo Lagos tampoco logró ganar en 1ª vuelta, hizo los ajustes necesarios y logró triunfar, de la misma manera Bachelet tendrá que trabajar y luchar para encantar a ese electorado que no confió en ella en 1º vuelta, pero que puede estar dispuesto a votar por ella en enero.
Sebastián Piñera, en mi opinión, era el único de los candidatos presidenciales que podía celebrar la noche del 11 de diciembre. Había logrado su victoria más importante de su carrera política, pues logró su objetivo de llegar a una 2ª vuelta, derrotando al líder gremialista, Joaquín Lavín. Sin duda su triunfo permitirá que su partido Renovación Nacional rompa con esa hegemonía aplastante de la UDI que soberbiamente imponían.
Ahora la perspectiva para la segunda vuelta, existe un hecho irrefutable: el piso con que parten los candidatos es para Michelle Bachelet el 46% y para Sebastián Piñera un 25,4%, porque estos porcentajes representan al electorado que efectivamente votó por cada uno de éstos candidatos. Por lo tanto la perpectiva de un triunfo está más cercano para Michele Bachelet, pues le basta obtener un 4,1% más para ganar. Mientras que a Sebastián Piñera su ruta presidencial se ve más difícil, pues debe obtener un 24,7% más de electores para ganar en enero. Afirmo en forma categórica que éstos son los pisos con que parten, porque estos electores no tendrán ninguna duda de volver a votar por el mismo candidato. En cambio aquellos que votaron por Joaquín Lavín y por Tomás Hirsch, tienen la absoluta libertad de volver a elegir al candidato(a) que ellos libremente y a conciencia estimen que es mejor para conducir al país. Así que para mí es un error de Piñera creer que la votación de Lavín pasará integramente a él. Es un deseo, claro y legítimo, pues se puede afirmar que es una votación derechista, pero es algo que se aleja de toda realidad, y además que existió una clara votación personal para los candidatos Lavín y Piñera pues sus votaciones superaron con creces la votación de la Alianza que no pasó del 40%. Eso significa que hubo electores que votaron por alguno de ellos, pero en diputados, que es una votación más política votaron Concertación. Lo mismo para Bachelet, creer que toda la votación de Hirsch pasará a engrosar su porcentaje y con eso le bastará ganar es un error, y grave, aunque ella tiene el plus que hubo más gente que votó Concertación, superando su votación personal, y que lo más probable es que ahora sí voten por ella. A esperar entonces para ver que pasará el próximo 15 de enero, y mis cálculos dicen que será una elección muy disputada.
Ahora pasando a otro punto, quiero expresar mi más absoluto repudio a los ataques que sufrieron Pablo Longueira y Lily Pérez. Aquellos que insultaron y agredieron no entienden que estamos viviendo otro Chile, un país democrático donde se respetan todas las ideas vengan de donde vengan. Ojalá que sea la última vez que veamos ésto, que fue bastante vergonzoso.